El Ministerio de Interior y la Dirección General de Tráfico esquivan el preacuerdo con los ciclistas, al anunciar la obligatoriedad del casco en zonas urbanas, algo que podría frenar drásticamente el auge de la bicicleta en España.
Fuente: Conbici / Publicado: amigosdelciclismo.com
Cinco días después de que la DGT convocara a la Coordinadora ConBici (ONG representa a 55 asociaciones de toda España desde hace 25 años), junto con otras asociaciones del mundo de la bicicleta, a una reunión en la que supuestamente se iba a debatir la futura reforma del Reglamento General de Circulación, con un documento base en el que no se mencionaba ningún cambio legislativo referente a la obligatoriedad del uso del casco en zonas urbanas, el Ministro de Transporte, haciendo referencia a esa misma reforma, anunciaba la obligatoriedad del uso del casco para los ciclistas en las ciudades españolas (El País o ABC), desoyendo los informes y datos que se le presentaron sobre la inconveniencia de la obligatoriedad del casco, tal cual es en los países avanzados, donde el uso de la bicicleta es cotidiano y masivo.
Estos informes demuestran que la seguridad del ciclista se alcanza, sobre todo, con más ciclistas en la carretera, lo que genera mayor respeto de los conductores de vehiculo a motor y menos accidentes.
«Esta actitud no cabe calificarla de improvisación, sino que constituye simplemente un engaño y una burla hacia las asociaciones que llevamos años preocupándonos por el fomento del uso de la bicicleta en condiciones de seguridad en el conjunto del Estado Español», ha declarado ConBici, que añade «queremos recordar que el uso del casco para los ciclistas adultos no es obligatorio en ningún país europeo y que, como ya indicábamos en un anterior comunicado».
«La obligación de usar el casco en las vías interurbanas ni siquiera ha podido evitar que España se coloque a la cabeza de los países europeos en siniestralidad ciclista en carretera.» «Nuestra posición en este tema ha sido siempre que la mejor garantía para la seguridad, no sólo de los ciclistas sino del tráfico en general, es aumentar el número de ciclistas en la vía pública, mediante políticas adecuadas de fomento, como las que se llevan a cabo en los países líderes de Europa (Holanda, Dinamarca, Alemania…), donde el uso del casco no es obligatorio, ni siquiera en vías interurbanas.»
«Por contra, la obligatoriedad del uso del casco produce como consecuencia una drástica disminución del número de ciclistas en las ciudades y el colapso de los sistemas de bicicletas públicas (Bicing, Sevici…) que se están implantando con tanto éxito en muchas ciudades españolas. Este incremento de usuarios indefectiblemente se traduce en una menor seguridad para los ciclistas y para el tráfico en general, al pasarse muchos de los usuarios de la bicicleta al automóvil privado y a la motocicleta, vehículos mucho mas peligrosos que la bicicleta, con o sin casco.»
«Si el Ministerio de Interior desea mejorar la seguridad de los ciclistas en todas las vías, lo que debe hacer es hacer respetar a los vehículos a motor las velocidades máximas, la creación de vías ciclistas específicas, aumentar las calles y zonas 30, vigilar más la distancia de seguridad al adelantarse a las bicicletas e intensificar más las campañas de concienciación. Aunque este camino sea más caro, es sin duda el más eficaz y por el que apuestan el resto de paises europeos donde el uso del casco es totalmente voluntario y en ningún caso obligatorio. ¿Por qué nosotros tenemos que ser diferentes?»
La posición de ConBici no es contraria al uso del casco, sino a su obligatoriedad
Y así puede consultarse aquí. Esta posición es compartida por la European Cyclist´s Federation (ECF) que agrupa a los principales colectivos de ciclistas urbanos de toda Europa, donde se muestran con datos y estadísticas las consecuencias negativas de la obligatoriedad del casco para la seguridad de los ciclistas y del tráfico en general.
Para ConBici «resulta descorazonador y frustrante que se cuente con los colectivos sociales implicados en la movilidad ciclista sólo de forma cosmética mientras las normas se hacen a sus espaldas y con secretismo pero, sobre todo, denunciamos esta medida inédita en nuestro ámbito socio-económico, inimaginable en los países que más saben y han investigado en movilidad ciclista y que parece encaminada a arrinconar activamente a la bicicleta y, con la excusa sensible de la seguridad, limitar su auge en el medio urbano. Se pretenda o no, ese es, por desgracia, el efecto que cabe esperar, manteniendo, de esa forma, a nuestro país en otra cola más: la de la movilidad más arcaica, cara, ineficiente, molesta, contaminante y generadora de riesgo; y a la espalda del progreso del que ya disfrutan en Europa.»